por Gary
R. Collins
No
hay una formula simple para resumir cómo se da esta ayuda. El proceso de ayuda
puede ser complicado y no se puede condensar fácilmente en algunos párrafos.
Sin embargo, se usan algunas técnicas básicas en la mayoría de las situaciones
de consejería.
1.
Atención. El consejero
debe tratar de dar completa atención al aconsejado. Esto se hace a través de:
a. Contacto
Visual:
mirando directamente, como una forma de transmitir interés y entendimiento;
b. Postura: la cual
debe ser relajada y no tensa, a menudo involucra inclinarse hacia el
aconsejado; y
c.
Gestos: que sean
naturales, pero no excesivos o que distraigan. El consejero debe ser cortés,
amable y fuertemente motivado a entender.
En la medida
que aconseje, reconozca que la fatiga, impaciencia, preocupación por otros
asuntos, fantasear, o la falta de descanso, pueden impedirle dar una atención
cuidadosa al aconsejado. A la gente que ayuda se la demanda un trabajo que
involucra sensibilidad, genuinas expresiones de interés, y estar alerta a lo
que el aconsejado pueda estar tratando de comunicar.
2.
Escuchar: Esto
involucra algo más que darse cuenta pasivamente o a medias de las palabras que
vienen de la otra persona. Escuchar efectivamente es un proceso activo. Esto
involucra:
a. Poner aparte sus propios conflictos,
prejuicios y preocupaciones de manera que usted pueda concentrarse en lo que el
aconsejado está comunicando.
b. Evitar expresiones sutiles verbales o no
verbales de desaprobación o juicio sobre lo que se ha dicho, aún cuando el
contenido sea ofensivo.
c. Usar ambos, sus ojos y sus oídos para
detectar mensajes que vengan en el tono de la voz, la postura, gestos,
expresiones faciales y otras claves no verbales.
d. Escuchar no solamente lo que el aconsejado
dice, sino notar lo que no dice.
e. Esperar pacientemente en períodos de silencio
o lágrimas, de acuerdo a cómo el aconsejado reúna el coraje suficiente para
compartir algo doloroso o pausas para re-ordenar sus pensamientos y recuperar
la compostura.
f.
Mirar al aconsejado cuando habla, pero sin
desviar la mirada o dejar que sus ojos vaguen alrededor de la habitación.
g.
Dese cuenta que usted puede aceptar al
aconsejado aun cuando no acepte sus acciones, valores o creencias. Jesús aceptó
a la mujer sorprendida en el acto de adulterio, aun cuando no aprobaba su
conducta. Le puede ayudar el tratar de imaginarse en la posición del aconsejado
y tratar de ver las cosas desde su punto de vista.
Es fácil ignorar todo
esto, dejar que su mente divague (especialmente si la historia del aconsejado
es aburrida o repetitiva), o caer en hablar excesivamente y dar consejo. Cuando
esto sucede, el aconsejado no se siente entendido, y a menudo está renuente a
expresar sus heridas honestamente o a compartir detalles. Los consejeros que
hablan demasiado pueden dar buenos consejos pero raramente son escuchados y es
aún menos probable que sean seguidos. En tales situaciones los aconsejados a
menudo sienten que no han sido entendidos. En contraste, escuchar activamente
es un modo de decirle al aconsejado "estoy realmente interesado y
sinceramente me preocupas". Cuando no escuchamos y tratamos de aconsejar
hablando, esto a menudo expresa la propia inseguridad del consejero o su
inhabilidad para tratar con asuntos amenazantes, vagos o emocionales.
3.
Respondiendo: No debe
asumirse que el consejero escucha y no hace nada más. Jesús era un buen
escuchador, pero su ayuda también se caracterizó por la acción y respuestas
verbales específicas.
a.
Dirigir: es una
habilidad con la cual el consejero dirige amablemente la conversación." ¿Qué
pasó después?" "Dígame lo que quiere decir con esto...?"
preguntas breves que pueden guiar la discusión en direcciones que darán
información útil.
b.
Reflejar: es una forma
de hacer saber a los aconsejados que estamos "con ellos" y podemos
entender cómo se sienten o piensan. "Ud. debe sentir..." "me
imagino que eso fue frustrante" "eso debe haber sido divertido"
refleje lo que está pasando en la consejería. Sea cuidadoso de no reflejar algo
de lo que usted cree o piensa, después de cada frase; hágalo periódicamente.
Trate de no repetir palabra por palabra lo que el aconsejado dice. Eso puede
ser molesto para el aconsejado. Resista la urgencia de empezar casi cada
oración con una estereotipada frase de "Ud. debe de pensar..." o
" oí que Ud. dijo...." Un breve resumen periódico de lo que ha estado
pasando puede ser una manera de reflejar y estimular más a la exploración por
el aconsejado. El consejero puede resumir los sentimientos ("Eso debe
haber dolido") y/o temas generales de lo que se ha dicho ("Viendo
todo esto, suena como si usted hubiese tenido una serie de fracasos").
Cuando haga un comentario, dé al aconsejado tiempo y oportunidad de responder a
lo que usted ha dicho.
c.
Preguntando: si se hace
con habilidad, puede obtener bastante información útil. Las mejores preguntas
son las que requieren por lo menos una o dos oraciones para responder (Ej.,
"Dime sobre tu matrimonio." "¿Qué clase de cosas te están
haciendo infeliz?") en lugar de aquellas que pueden ser contestadas con
una palabra ("¿Estás casado?" "¿Eres infeliz?"
"¿Cuántos años tienes?") Los consejeros principiantes tienden a hacer
más preguntas que los consejeros experimentados, y debido a que demasiadas
preguntas pueden obstruir la comunicación, se instruye a menudo a los
estudiantes a hacer pocas preguntas. También las preguntas que se inician con
"porqué" generalmente se evitan porque tienden a sonar como que se
está juzgando o estimulan largas discusiones intelectuales que impiden al
consejero ver o acercarse a los verdaderos sentimientos o heridas.
d.
Confrontando: no es lo
mismo que atacar o condenar viciosamente a otra persona. Cuando confrontamos,
presentamos alguna idea al aconsejado que él o ella quizá no pueda ver de otra
manera. Los aconsejados pueden ser confrontados con pecado en sus vidas,
fracasos, inconsistencias, excusas, actitudes dañinas, o auto-engaño. La
confrontación se hace mejor cuando se hace de una manera amorosa, amable y no
juzgando.
Algunas veces los
aconsejados responden a la confrontación con confesión y una experiencia
significativa de perdón. A menudo, sin embargo, la confrontación trae
resistencia, culpa, heridas o enojo. Es importante dejar a los aconsejados
responder verbalmente a la confrontación. Darles tiempo para discutir
diferentes alternativas de comportamiento.
Algunos cristianos
han sugerido que la consejería y la confrontación son sinónimas. Esto no tiene
soporte bíblico ni psicológico. La confrontación es una parte importante y
algunas veces difícil de la consejería, pero no es la única habilidad que puede
usarse para ayudar a la gente.
e.
Informar: involucra
dar hechos a la gente que necesita información. Evita dar demasiada información
en una sola ocasión, sea claro y recuerde que cuando la gente está lastimada
reacciona mejor a la información que es relevante a su necesidad o preocupación
inmediata. Este tipo de informar es común y ampliamente aceptada como una parte
de consejería; dar consejo es mucho más controversial.
Los que dan consejo,
a menudo no tienen el suficiente conocimiento de una situación para dar un
consejo competente, el consejo que dan anima al aconsejado a ser dependiente, y
si el consejo prueba no ser el correcto, es al consejero a quien más tarde se
le hace sentir responsable por dar mala dirección. Siempre que se le solicite
un consejo, o se sienta inclinado a dar consejo, esté seguro de que está bien
informado sobre la situación. ¿Tiene suficiente información y experiencia para
aconsejar a otro competentemente? Pregúntese cuál será el resultado final de
este consejo dado. ¿Hará al aconsejado más dependiente? ¿Puede usted manejar
los sentimientos que puedan surgir si su consejo es rechazado o prueba que está
equivocado? Si usted decide dar el consejo, delo en una forma de sugerencia
tentativa, dé al aconsejado tiempo de reaccionar o pasar revista a su consejo y
dele seguimiento más tarde para ver hasta qué punto fue de ayuda su consejo.
f.
Interpretación: involucra
explicar a los aconsejados lo que su conducta u otros eventos significan. Esto
es una habilidad altamente técnica con un gran potencial que le permite a los
aconsejados verse a sí mismos y a sus situaciones más claramente. Pero, las
interpretaciones pueden ser también dañinas, especialmente si se introducen a
los aconsejados antes de que ellos puedan manejar el material emocionalmente, o
si las interpretaciones son erróneas. Si usted empieza a ver posibles
explicaciones para los problemas o acciones de otra persona, pregúntese a sí
mismo si el aconsejado está listo emocionalmente e intelectualmente para
manejar tales ideas, guarde los términos simples mientras interpretes, presente
sus interpretaciones en una forma tentativa (Ej., "¿Podría ser que...?")
y dele tiempo al aconsejado para responder. A medida que usted discuta la
interpretación, el aconsejado a menudo desarrollará perspectivas más grandes y
podrá explorar los futuros cursos de acción con el consejero.
g.
Dar apoyo y ánimo: es una parte
importante de cualquier situación de consejería, especialmente al principio.
Cuando la gente está cargada por conflictos y necesidades, se pueden beneficiar
de la estabilidad, cuidado y empatía de la persona que muestra aceptación y da
seguridad. Esto es más que apoyar a los oprimidos. Dar apoyo incluye guiar al
aconsejado a darse cuenta de sus recursos espirituales y psicológicos,
animarles a la acción, y ayudarles con cualquier problema o fracaso que pudiera
resultar de esta acción.
4. Enseñar: Todas estas
técnicas son formas especializadas de educación psicológica. El consejero es un
educador, enseñando por instrucción, por el ejemplo, y guiando al aconsejado a
que él o ella aprenda por experiencia a enfrentar los problemas de la vida.
Como otras formas menos personales de educación, la consejería es más efectiva
cuando las discusiones son específicas en lugar de vagas, y se enfocan en
situaciones concretas ("¿Cómo puedo controlar mi mal genio cuando soy
criticado por mi esposa?") en lugar de una meta nebulosa ("Quiero que
mi vida sea más feliz").
Una poderosa
herramienta de aprendizaje es la respuesta de inmediatez. Esto involucra
la habilidad de que un consejero y aconsejado discutan abiertamente y
directamente lo que está pasando en lo inmediato de "el aquí y ahora"
de la relación. "Me siento muy frustrado contigo ahora mismo",
alguien puede decir, por ejemplo, o "me estoy enojando porque creo que no
me estás escuchando." Tal honestidad le permite a los individuos
expresarse y tratar con los sentimientos antes de que los problemas crezcan y
se hagan conflictos. La respuesta inmediata también ayuda al aconsejado (y
consejero) a entender cómo sus acciones afectan a otros y cómo ellos responden
emocionalmente a las relaciones interpersonales. Este entendimiento es un
aspecto educacional importante de la consejería.
5.
Filtrando: Los buenos
consejeros no son gente escéptica que no cree todo lo que el aconsejado dice,
pero es sabio recordar que los aconsejados no siempre dicen toda la historia y
no siempre dicen lo que ellos realmente quieren o necesitan. Algunas veces un
aconsejado deliberadamente presenta una imagen distorsionada, dejando fuera lo
que es embarazoso o detalles potencialmente incriminatorios. Más
frecuentemente, los aconsejados fallan al ver sus problemas en una perspectiva
más amplia. Algunas veces ellos quieren ayuda en un problema y fallan en ver o
están renuentes a ver los otros problemas más profundos.
6.
Comprender: No somos
nadie para criticar a los demás, ayudamos más estando al lado que de frente tenemos
que hacer sentir a la persona que solicita nuestra consejería que la entendemos
que si bien se equivocó en algo todo tiene remedio, y hay que trabajar con ella
para hacerle ver de otro modo las cosas.
Evita dar
demasiada información en una sola ocasión, sea claro y recuerde que cuando la
gente está lastimada reacciona mejor a la información que es relevante a su
necesidad o preocupación inmediata. Este tipo de informar es común y
ampliamente aceptada como una parte de consejería; dar consejo es mucho más
controversial.
7.
Resolver: Para
resolver hace falta saber y para esto es fundamental la información y
preparación de las asesoráis, los que dan consejo, a menudo no tienen el
suficiente conocimiento de una situación para dar un consejo competente, el consejo
que dan anima al aconsejado a ser dependiente, y si el consejo prueba no ser el
correcto, es al consejero a quien más tarde se le hace sentir responsable por
dar mala dirección. Siempre que se le solicite un consejo, o se sienta
inclinado a dar consejo, esté seguro de que está bien informado sobre la
situación. ¿Tiene suficiente información y experiencia para aconsejar a otro
competentemente?
Pregúntese cuál será
el resultado final de este consejo dado. ¿Hará al aconsejado más dependiente?
¿Puede usted manejar los sentimientos que puedan surgir si su consejo es
rechazado o prueba que está equivocado? Si usted decide dar el consejo, delo en
una forma de sugerencia tentativa, dé al aconsejado tiempo de reaccionar o
pasar revista a su consejo y dele seguimiento más tarde para ver hasta qué
punto fue de ayuda su consejo.
En la medida que aconseje, trate
mentalmente de examinar las palabras del aconsejado. ¿Qué es lo que él o ella
están realmente pidiendo? ¿Qué es lo que esta persona realmente quiere de nosotros?
¿Hay otros problemas además de los que se están presentando? Algunas veces la
gente habla sobre una situación, pero realmente tiene muy poco deseo de
cambiar. En lugar de esto último, ellos están buscando simpatía, atención,
oírse en voz alta, el punto de vista de otra persona, o una forma de escape de
alguna situación no agradable. Mientras escucha, empieza a sospechar estos
motivos ocultos y se da cuenta que muchas veces el aconsejado mismo no se ha
dado cuenta de ello.
A su tiempo usted querrá mencionar
estas cosas y hablar sobre ellas en la consejería. El consejero no trata de
inventar nuevas situaciones o forzar a los aconsejados a considerar tópicos que
ellos no quieran discutir. Sin embargo, su trabajo será más efectivo si aprende
a escuchar con sensibilidad y trata de no aceptar todo a su valor aparente.
Todo esto indica nuevamente que el
consejero necesita sabiduría y discernimiento. Algo de esto viene con la
experiencia, sin embargo los cristianos saben que la sensibilidad las más veces
viene cuando oramos pidiendo nuevas ideas, guía, y una percepción precisa que
viene del Espíritu Santo.